Otra vida más ha sido segada por el acoso homofóbico. Carlos Vigil, un adolescente gay de 17 años que vivía en el estado de Nuevo México (Estados Unidos), se vio abocado al suicidio el pasado sábado 13 de julio. Antes había dejado una desgarradora nota en su cuenta de Twitter que mostraba hasta qué punto su personalidad había sido destruida por el abuso constante de sus compañeros de instituto.
Su padre, Ray Vigil, corrió a casa en cuanto leyó la nota, pero ya era demasiado tarde. Aunque aún estaba vivo, tan solo pudo recibir soporte vital en el hospital hasta que falleció. “Sabíamos que pasaba por esto desde hace tres años, y hemos tratado de ayudarle todos los días desde entonces”,declaraba el padre de Carlos. El joven se había trasladado al instituto Las Lunas, en el condado de Valencia, huyendo del acoso insoportable al que era sometido en otro centro escolar. Concienciado, había luchado contra esa lacra participando en la asociación Youth and Government, que lucha por endurecer las leyes contra el acoso en los centros de enseñanza. Incluso había ayudado a otros adolescentes a intentar superar las secuelas del abuso. Su madre, Jacqueline,  no tiene duda alguna“no está con nosotros por culpa del acoso. Le llevaron hasta el límite de lo soportable”, afirmaba con rotundidad.
De ese límite insoportable es prueba la estremecedora nota que dejó antes de quitarse la vida:
“Pido perdón a los que haya podido ofender a lo largo de los años. Estaba ciego para no ver que yo, como ser humano, soy una mierda. Como persona estoy cometiendo una injusticia con el mundo y es hora de que me vaya.
Por favor, no vayáis a sentir pena por mí, ni me lloréis, porque he tenido una oportunidad en la vida y esa oportunidad se ha terminado. Siento no haber sido capaz de amar a alguien ni de que alguien me amara a mí. Aunque supongo que es mejor así, porque me iré sin que le duela a nadie.
Los chicos del instituto tenían razón, soy un fracasado, un monstruo, un maricón, y la gente no tenía por qué aceptar tener que aguantarme de ninguna manera. Siento no haber sido una persona de la que alguien pudiera sentirse orgulloso.
Ahora soy libre. Besos y abrazos”.
Tras su fallecimiento, la familia quiso dirigirse a todos los que habían mostrado su apoyo con el siguiente mensaje: “¡Carlos ya descansa en paz! Gracias a todos por vuestro apoyo y vuestras oraciones. Por favor, no olvidéis lo que él quería, ACABAD CON EL ACOSO”.